Hello!!. Gracias al usuario Vulcano_1987 y su historia, he recordado cierta anécdota que me ocurrió poco después de comprar mi Zx. Aprovechando esta anécdota pues os cuento como lo adquirí.
En el verano de 1.999 decidí tirar la casa por la venta (
) y poner manos a la obra, en la busca y captura de mi primer y hasta ahora único vehículo adquirido. La premisa es que fuese de segunda mano y que mi limitada economía me lo permitiese. De aquellas usaba un Renault 11 txe y un mercedes 190d de 4 velocidades (que aún tengo), que eran de mi padre. Como tener coche propio daba cierta independencia me lancé como un auténtico guepardo a ver que se movía por el mercado ourensano. Acompañado de un amigo miré coches de particulares y de segunda mano en concesionarios que pudieran cubrir mis espectativas. Después de casi dos meses de auténtica extenuación, coches hechos polvo y precios desorbitados, me decanté por dos opciones. Un polo coupé que estaba en el concesionario de mitsubishi y un citroen zx flash que estaba en el concesionario de Skoda. El primero costaba 500.000 pesetas y el segundo 750.000. Había una evidente diferencia entre uno y otro, sobre todo por el coche en si, ya que el Zx ya en apariencia es más coche que el otro. Así que después de pensármelo mucho mucho me decanté (el tiempo me ha dado la razón) por el Zx.
Era tal cual este, pero con el capo del fase 1.
El coche lo visité como tres veces en una semana. Matriculado en Enero de 1.994, tenía 108.000 km, el interior estaba bastante bien, excepo la parte de abajo de la bandeja que estaba como arañada y las gomas que hay en el suelo al abrir las puertas que estaban demasiado rozadas y el color del coche estaba algo gastado, sobre todo en capo y techo. En tema de mecánica recurrí a otro amigo que resulta que conocía bien los coches de citroen, ya que trabajaba en tema de mantenimiento con ellos exclusivamente. Quedamos un viernes por la mañana y fuimos a verlo. En lo primero que se fijó fue en la bandeja del maletero, las dichosas gomas de pies rozadas, los kilometros y que tenía una ligera pérdida de anticongelante. Nos permitieron usarlo y el coche no tenía bien equilibrada la dirección, ya que se iba hacia la derecha. Mi amigo me dijo que aunque el coche estaba aceptable, le daba la impresión de que su antigüo dueño era comercial o viajante por el trato interior de algunas partes y por los km y todos sabemos que esos coches no suelen ser tratados en condiciones, de forma general. Yo estaba muy interesado en el coche, así que el trato que realicé fue el siguiente. Las 750.000 pesetas si me aumentaban la garantía de 6 meses a 1 año, que me hiciesen una puesta a punto, que solucionases la pérdida de anticongelante y alinearan la dirección y además que me pintaran las defensas y los espejos del mismo color del coche. Cerramos el trato, pero una de las cosas que más me llamaba la atención, es que esta versión de Zx no traía consola (la pieza que va por debajo de los mandos de calefacción y que llega casí hasta el freno de mano). Sin esa pieza interior tenía aspecto de camión Pegaso y no iba a realizar transportes pesados con mi coche, así que durante los días en los que lo preparaban, tuve que metamorfosearme en guepardo nuevamente para encontrar una consola en condiciones. Al segundo día encontré en un desguace un volcane y tenía la consola, con la pieza de cuero de la palanca. Así que me lo agencié y se lo lleve raudo y veloz al concesionario para que se lo colocasen, ya que al día siguiente me hacían la entrega del coche. Hay que reconocer que una simple pieza, puede cambiar la estética de un coche de forma brutal.
Recogí el coche y aqui empieza la anécdota, que indica como el mundo es un auténtico pañuelo.
A la semana de estar surcando las carreteras con mi precioso coche, mi padre me pidió que le llevase varias cajas de vino a un amigo. Mi padre fue muy listo de meterlas en cajas, sin protección de ningún tipo y yo fuí muy tonto de no revisarlo antes, así que en mitad del viaje y en una curva, escucho que se rompe algo en el maletero. Paro, abro el maletero y varias botellas rotas en una de las cajas. El vino traspasó la moqueta y llegó hasta la parte de abajo del asiento trasero. Lo primero que hice fue secar el líquido para que no generase más estropicio y al llegar a casa, intentar limpiar la moqueta, pero siendo un ignorante en la materia era demasiado tarde. Entrar en mi coche, era como entrar en una bodega de llena de pipotes de vino fermentado. Un sin vivir... o abrías las ventanas o salías de allí colocado hasta las cejas. Visto el panorama me dispuse a buscar un tapicero y casualmente había uno en las cercanías de donde yo vivía. Me acerqué, le comenté el problema y me dijo que en un par de día lo recogiese.
A los dos días e ilusionado y esperanzado de que mi coche oliese a Lavanda y no a tintorro, fuí a buscarlo. Al entrar por el local, saludo al tapicero y lo primero que me dice es. ¿Sabes que yo conozco este coche? Era de un banquero que trabajaba en celanova (un pueblo de Ourense), de hecho aún recuerdo cuando le cambié la tapicería, porque tenía un perro que le rompia todo. Ahora entendía porque la bandeja estaba tan rasgada y otras cosas.
Lo creais o no, el saber que el coche perteneció a un banquero y no a un viajante me tranquilizó un poco, ya que lo que me había comentado mi amigo mecánico, me había creado ciertas dudas, pero al final y por cosas del destino, conocí al verdadero comprador del coche.